El médico falleció anoche por una isquemia intestinal cuando estaba internado en el Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires, donde vivió durante 64 años con su esposa, actualmente de 92 años, y sus restos serán trasladados para ser velados mañana desde las 13 en su casa de la infancia ubicada en la calle 25 de Mayo, en Diamante, que hoy funciona como museo.
Liotta, uno de los pioneros de la cirugía cardiovascular, nació el 29 de noviembre de 1924 en esa localidad de la provincia de Entre Ríos y en 1943 empezó a estudiar medicina en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
«Siempre nos trató de convencer a todos de ser médicos. Era su obsesión. Tenía una increíble pasión por la carrera. Haciendo que mis hermanos sean médicos o casados con médicos, pero nadie se animó a meterse en la cirugía cardiovascular», narró a la agencia Télam, Patrick Liotta, uno de sus seis hijos y quien puso en valor la casa de su padre para convertirla en museo.
En 1955, Domingo Liotta desarrolló en Córdoba una técnica de diagnóstico precoz del tumor de páncreas y de la ampolla de Vater (donde confluyen y desembocan los conductos biliar y pancreático), pero con la llegada de la dictadura de la autodenominada Revolución Libertadora y la desinversión en ciencia y educación, tuvo que exiliarse en Francia y continuó su carrera médica en la Universidad de Lyon.
En 1958, con su regreso al país, comenzó sus primeros trabajos sobre el corazón artificial.
Así, desarrolló un prototipo exitoso, que utilizó en perros, lo que lo llevó en 1961 a ser contratado por la Escuela de Medicina de Baylor, en Houston, Estados Unidos, como director del programa del Corazón Artificial del cirujano cardiovascular e investigador estadounidense Michael Ellis DeBakey.
Fue el creador de dos importantes desarrollos en el campo de la cardiología moderna, en lo que respecta al Tratamiento de la Insuficiencia Cardiaca Avanzada y refractaria a todo tratamiento: La Asistencia Mecánica Cardiocirculatoria Crónica (LVAS) con la incorporación de un ventrículo artificial (1969-1962) y el desarrollo clínico e implantación del Corazón Artificial Total después de extraer el corazón natural.
«Es incalculable decir cuántas vidas salvó porque la asistencia cardíaca medica se usa en todos los hospitales del mundo, y fue un hito en la medicina en el 69: el mismo año en que el hombre llegaba a la Luna, él ponía ese corazón en Estados Unidos», destacó Patrick Liotta.
Por motivos de sus investigaciones y carrera profesional, Juan Domingo Perón lo nombró secretario de Estado de Salud Pública en 1973 y lo designó como su médico personal.
«Perón lo quería en su equipo porque ya era reconocido internacionalmente. Cuando Perón llegaba a una habitación todo el mundo se achicaba, solo había cuatro personas de las que hablaba de igual a igual, y uno era mi padre, ya que lo tomaba como un paciente», confió el hijo del médico.
Liotta redactó las leyes del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), que declara a la salud como «derecho básico» de todos los habitantes del país, y la de la Carrera Sanitaria Nacional, que la dictadura de Jorge Rafael Videla derogó con el golpe de marzo de 1976.
«Fue médico de Perón, tenía dos servicios a su cargo, y nunca paró. Operó hasta los 82 años. Hasta el último día escribió libros, por eso delegó un poco la crianza en mi madre pero podíamos disfrutarlo en los viajes que hacíamos», recordó Patrick Liotta.
De 1994 a 1996, durante la presidencia de Carlos Menem, fue secretario de Ciencia y Tecnología y presidente del Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicet), y tuvo una dilatada carrera académica, siendo el fundador de la la facultad de Medicina de la Universidad de Morón y vicerrector de esa casa de estudios superiores de 2013 a 2017 y emérito desde esa fecha.
Liotta fue propietario de doce patentes de invención en Argentina, Estados Unidos y Francia y publicó más de 400 estudios científicos. Además, fue reconocido con diversos premios y condecoraciones en Argentina y en el resto del mundo.
«Se fue un grande de verdad, se fue un pionero. Un incansable. Lo han comparado con (René) Favaloro pero siempre fue perfil bajo. Nunca quiso abrir una clínica privada. Un tipo desapegado al dinero y unido a la familia. Su gran preocupación fue la humanidad», afirmó su hijo.
Y agregó: «El decía que la palabra humildad viene de humus, de la tierra. Y nos enseñó eso, a ser humildes, a trabajar fuerte y ayudar a los demás. Ese fue su gran legado. Un apasionado que dejó su vida por la profesión y la mantuvo hasta el último minuto». (Télam)